Al pasar, cualquier día de noviembre o diciembre, por la esquina de las calles Venezuela y San José, en el histórico barrio porteño de Monserrat, uno puede ver que la fila de personas que espera para comprar en el restaurante Plaza Mayor alcanza cuando menos media cuadra. Jóvenes y abuelos, hombres o mujeres, todos van por el mismo motivo: conseguir el que consideran de manera indiscutible el mejor Pan Dulce de la ciudad.

 

 

 

 

Plaza Mayor es un restaurante que abrió sus puertas en 1982. Era en sus orígenes una especie de bodegón porteño conocido por sus especialidades españolas, entre las que destacan el pulpo a la gallega, las gambas al ajillo y la paella. “Mi papá en ese momento quería fomentar el consumo de la sidra, que no era tan común, entonces pensó que una manera de lograrlo era ofrecer un buen pan dulce”, cuenta Federico Yahbes, hijo del fundador y responsable junto a su padre de los platos y los requeridos productos de panadería de Plaza Mayor.

 

 

 

Los Yahbes comían todos los años el pan dulce que hacía la abuela Leticia, a la que todos llamaban Tita, una hija de inmigrantes italianos y una gran amante de la cocina. “Mi padre le pidió a mi abuela que nos diera la receta para el restaurante pero al principio se negaba porque era un secreto que jamás le había revelado a nadie”, recuerda Federico. Finalmente, Tita accedió al pedido de la familia con la condición de que fuera ella la supervisora del trabajo de los panaderos de Plaza Mayor. “Durante varios años estuvo viniendo para asegurarse de que no fueran a poner menos almendras, nueces o frutas”, cuenta su nieto.

Es que esos ingredientes son en gran medida los responsables de la fama de los pan dulces de Plaza Mayor. “Nosotros decimos que se parece a un turrón, porque lo cortas y está lleno de  mercadería. Aemás le ponemos manteca, nunca margarina, y el resultado es que la masa se siente como el terciopelo. También es importante usar productos de calidad: la fruta escurrida, el mamón que traemos del noreste argentino o de Brasil, igual que las castañas de cajú, las nueces y almendras de Mendoza y las pasas de uva de Catamarca o San Juan”, explica.

 

 

 

Aunque han pasado más de treinta años, muchos clientes por la puerta de restaurante y muchos panaderos por su cocina, el secreto de Tita y de Plaza Mayor sigue a salvo. “Para eso, ni siquiera los panaderos saben la receta exacta. Nosotros les damos los ingredientes y sus cantidades listos en una bolsa para que los pongan en la amasadora y así evitamos que la receta se filtre. Creemos que es importante mantener el mito y el secreto de nuestra abuela”, cuenta Federico. “Muchos clientes dicen que vuelven todos los años porque es una tradición familiar y tienen la creencia de que les da buena suerte”, explica.

El origen de esa receta tan exitosa es un misterio tan grande como su contenido. Los padres de Tita llegaron a Argentina desde el norte de Italia, que es la tierra del original panettone. Pero, a la vez, la abuela de Federico era una fiel seguidora de Doña Petrona y tenía el clásico libro argentino siempre a mano. “No sabemos de dónde salió, puede ser que haya sido una mezcla de las dos cosas”, afirma.

Datos clave

- El pan dulce de Plaza Mayor se vende a 290 pesos (año 2016).

- Se puede ir a comprar, por la mañana, entre las 9:00 y las 11:00 y, por la tarde, entre las 17:00 y las 19:00 hs.

- El restaurante Plaza Mayor está en el barrio Monserrat, en la esquina de las calles Venezuela y San José.