Hoy en día podemos encontrar esta torta en la carta de postres de cualquier restaurante argentino, de Jujuy a Tierra del Fuego. En los años 50, en cambio, la única manera de degustar esta delicia de crema, nueces, dulce de leche y merengues era ir a comprarla a la confitería París, en la ciudad bonaerense de Balcarce. Los turistas que visitaban esta localidad cercana a la costa hacían fila para llevarse la gran creación de Guillermo Talou, un pastelero argentino con raíces francesas e irlandesas que era el dueño del exitoso local.
En esos primeros años, le llamaban torta Imperial, pero más tarde la receta fue vendida a una empresa de Mar del Plata que la bautizó con el nombre de su ciudad de origen. El boca a boca y los miles de visitantes que llegaban a la costa cada verano hicieron que esa perfecta combinación de sabores suaves y dulces se difundiera por todas las latitudes del país.
Elegimos una receta sencilla del libro de Silvia Barredo 'Pastelería argentina. Tradicional y moderna' para que te des el gusto y la hagas en casa! Lo ideal es hacer todo casero, pero se puede hacer una trampita y comprar los piononos para que en cuestión de minutos lo tengas listo.
Ingredientes
- 1 Kg de queso crema
- 2 discos de merengue
- 150 g de nueces
- 200 g de castañas en almíbar
- 1 cdta de esencia de vainilla
- 3 discos de pionono de 22 cm de diámetro
- 400 g de dulce de leche
- 30 g de cacao amargo
- 150 g de azúcar impalpable
Preparación
- Preparar primero el relleno agregándole al queso crema, los merengues triturados (sin que se rompan demasiado), las nueces, las castañas y la esencia de vainilla.
- Untar cada disco de pionono con dulce de leche y espolvorear con cacao amargo.
- En un molde para tortas desmontable de 22 cm de diámetro ubicar como base un disco de pionono untado con dulce de leche y cacao. Disponer encima un tercio del relleno, cubrir con otro disco de pionono y repetir el procedimiento anterior. El último disco de pionono se coloca con el dulce de leche hacia adentro. Presionar para que quede nivelado y espolvorear con abundante azúcar impalpable.
- Llevar a frío 2 horas. Desmoldar y, sobre el azúcar impalpable, marcar con palillos de brochette metálicos bien calientes, un triagulo, un cuadriculado o líneas paralelas. Una alternativa puede ser usar un soplete para caramelizar el azúcar.
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